Las estimaciones sobre el aborto: dificultades y limitaciones

Aspectos metodológicos de recolección y de medición

Las fuentes de información y la confiabilidad de los datos disponibles sobre la práctica del aborto inducido se encuentran estrechamente vinculadas a su estatuto legal. Diversos autores han mostrado la necesidad de medir la ocurrencia del aborto para evidenciar sus consecuencias en la salud y el bienestar de las mujeres y sus familias, así como para determinar su eventual impacto en la fecundidad y la demanda de anticonceptivos. Esto puede contribuir, entre otras cosas, a sensibilizar a los políticos de la necesidad de liberalizar las leyes en la materia. Se han destacado, asimismo, las dificultades de realizar encuestas sobre este tema, así como las limitaciones en la información disponible a través de los registros hospitalarios, aun en contextos donde el aborto es legalmente autorizado (Huntington et al., 1995; Guillaume, 2004). El tipo de metodología para la recolección de información que se emplee deberá depender de los propósitos del estudio y de la calidad de las fuentes de datos disponibles. En el caso del aborto, el enfoque y la estrategia analítica que se utilicen serán diferentes, ya sea que se tenga como objetivo estimar la frecuencia con que ocurre o describir las circunstancias de su práctica. También si se pretende definir y evaluar programas de intervención, conocer los procesos de toma de decisión, ilustrar experiencias particulares, dar cuenta de los actores que participan en los distintos procedimientos para inducir abortos o atender las complicaciones de los mismos, entre otros aspectos.

¿De que fuentes de información y datos disponemos?

Las estadísticas de los sistemas de salud y los registros hospitalarios

En los países donde el aborto es legal, los registros de los sistemas de salud proporcionan información más confiable y precisa. Aunque también en éstos la información es incompleta y está subestimada. Por ejemplo, suele suceder que no se incluyan los abortos realizados fuera del sistema oficial o de los hospitales, ni los que las mujeres de un cierto país llevan a cabo en otras naciones donde existen mayores facilidades y mejores condiciones. Del mismo modo, pueden dejar de considerarse los abortos registrados bajo otra nomenclatura y que, por tanto, no sean contabilizados. Pero en los países donde el aborto es ilegal y se practica clandestinamente, la situación es mucho peor. En ellos la información que se obtiene es parcial, incompleta y fragmentaria, y las estimaciones sobre el número de abortos presentan serios problemas de subregistro, clasificación errónea, desfase temporal y, por lo general, sólo se refieren a los casos que terminan con complicaciones en los servicios de salud (Zamudio et al., 1999; Núñez Fernández, 2001; LLovet y Ramos, 1998). En tales circunstancias se recurre con mayor frecuencia a métodos indirectos para contar con información más certera sobre el fenómeno, aunque tampoco dicha alternativa está exenta de problemas.

Los certificados de defunción provenientes de los registros del estado civil

Estas fuentes de información, que en teoría deberían de proporcionar los datos sobre la morbilidad y mortalidad asociada y causada por los abortos, adolecen de serias insuficiencias y problemas. Por una parte, la causa de estos eventos es, generalmente, mal declarada o subdeclarada, sobre todo si la práctica es ilegal, ya que registrar una muerte por aborto implica la intervención de las autoridades judiciales, y puede tener consecuencias para los prestadores de este servicio. Por la otra, en los países de América Latina, como ocurre en muchas otras naciones en desarrollo, la cobertura de la información sobre las causas de defunción, como la que recaba el registro civil, es sumamente deficiente, sobre todo en zonas rurales e indígenas.

Las encuestas cuantitativas y los acercamientos cualitativos específicos

El tipo de encuestas que se apliquen para obtener información sobre el aborto suele discutirse ampliamente en la literatura relacionada con el tema, ya sea en países donde tal práctica es legal, como en aquéllos donde no está autorizada. Las cuestiones a considerar en la utilización de estas encuestas se vinculan con las características de la población que vaya a entrevistarse, con los conceptos y términos que se empleen en tales estudios y con el diseño de las preguntas y orden en el cual se presentan (Huntington et al., 1995). Ante la naturaleza íntima del fenómeno del aborto y sus implicaciones morales, éticas, culturales, sociales, legales, surgen varias interrogantes a considerar en el diseño conceptual de estos instrumentos, por lo que resulta pertinente formularse diversas preguntas, tales como las siguientes: ¿el tema del aborto debe ser abordado de manera directa y/o utilizando un acercamiento indirecto?, ¿deben considerarse los embarazos no productivos, los falsos partos, las regulaciones menstruales?, ¿debe abordarse la cuestión a partir de preguntas sobre los embarazos no deseados o no planeados? Por otro lado, las encuestas realizadas en diferentes países adoptan metodologías, técnicas y estrategias de recolección distintas, según sean los objetivos del estudio y la población o grupos de población en que se aplican. Algunas sólo incluyen preguntas cerradas, otras se complementan con preguntas abiertas o con sistemas de respuestas secretas y autoadministradas; hay las que se limitan a obtener información cuantitativa o cualitativa, o combinan ambos tipos de enfoque. También existen las dirigidas exclusivamente a las mujeres en edad fértil y sexualmente activas. Otras se aplican a mujeres embarazadas, adolescentes, estudiantes,  profesionales de la salud, a otros actores o líderes de opinión, o a personas relacionadas con la prensa o grupos religiosos. Son muy escasos los estudios que investigan directamente a los varones.

En diversas encuestas demográficas, de fecundidad, de salud reproductiva, o en las de salud en general, se incluyen preguntas sobre el aborto o secciones ligadas al tema, las cuales incorporan aspectos que permiten una aproximación a  la medición del fenómeno. Por medio de ellas, también pueden construirse indicadores y variables para conocer las características de las mujeres que recurren al aborto, las condiciones en que lo hacen (duración del embarazo, método que utilizan, lugar donde lo realizan, personal que participa, costos, etcétera), el proceso de toma de decisión al respecto, la participación o influencia que ejercen los varones u otros actores, así como las consecuencias del aborto practicado en condiciones de riesgo y el seguimiento postaborto. Estos datos, aun cuando presentan una subestimación del aborto, proporcionan información más precisa sobre las características y prácticas de las personas que recurren al aborto, aunque, en numerosas ocasiones, no permiten distinguir entre abortos espontáneos o inducidos. Sin embargo, el principal problema de tales encuestas consiste en que no están diseñadas específicamente para medir y conocer la amplia gama de aspectos relacionados con la práctica del aborto. Por lo general, en ellas sólo se incluyen algunas cuantas preguntas al respecto, dentro de un amplio espectro de cuestiones de naturaleza muy distinta.

Metodologías de captación de información sobre el aborto

Se han utilizado diferentes metodologías y técnicas para captar información sobre el aborto que permiten su medición y, sobre todo, para mitigar o reducir las dificultades que implican la aprehensión y observación de este fenómeno. La conclusión que se obtiene de los análisis sobre la medición del mismo es concluyente y generalizada: las estimaciones que se realizan adolecen de un subregistro de esta práctica y, por tanto, sólo representan hipótesis de base para estimar la magnitud e intensidad aproximada del fenómeno. En un artículo sobre la medición del aborto, Rossier (2003) menciona la existencia de ocho métodos para estimar la frecuencia del mismo, a partir de distintas fuentes de información:

  • Las estimaciones indirectas basadas en las estadísticas hospitalarias sobre las complicaciones del aborto.
  • Las estimaciones sobre mortalidad por aborto basadas en los registros de defunción o en las estadísticas sobre la mortalidad materna.
  • Las estimaciones indirectas a partir de encuestas realizadas a los prestadores de servicios que practican abortos ilegales
  • Las estimaciones basadas en encuestas en las cuales las mujeres son interrogadas directamente sobre sus abortos.
  • Las estimaciones a partir de estudios prospectivos en los sistemas de encuestas de  seguimiento demográfico
  • Las estimaciones indirectas a través de encuestas que utilizan el método de “reporte anónimo de una tercera persona”.
  • Las estimaciones indirectas a partir del método residual.
  • Las estimaciones indirectas de expertos con base en diferentes fuentes de información (a través de ajustes, ponderaciones, correcciones, etcétera).

Singh (2005) presenta una síntesis sobre las diversas metodologías para estimar la incidencia del aborto inducido, en función de distintos enfoques: a) las encuestas comunitarias que pueden ser transversales o prospectivas, o que pueden utilizar técnicas específicas, como las de repuesta aleatoria, los cuestionarios autoadministrados, las autoentrevistas con computadora o una urna secreta; b) las encuestas a proveedores de aborto; c) los datos sobre complicaciones de aborto hospitalarias, con el método de estimación indirecta u otros métodos basados en las mujeres hospitalizadas; d) la triangulación; e) el método de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las estimaciones a nivel global o regional; f) el método residual de Bongaarts; g) el método de reporte anónimo de una tercera persona; y h) otras metodologías, como las historias del aborto repetido. Varios autores han dado cuenta de las fortalezas y debilidades de algunos de los métodos mencionados (Juárez, 2005; Lara et al., 2004; Núñez, 2001; Zamudio, 1998; Sanseviero, 2003).

En este capítulo sólo nos referimos, a manera de ilustración, a algunos de los métodos existentes para la captación de evidencias empíricas en torno a la práctica del aborto, a partir de las entrevistas realizadas a distintos sectores de la población, principalmente mujeres. En este ejercicio nos circunscribimos a algunas de las principales ventajas y limitaciones de estos métodos para la estimación de tal práctica.

El método directo de observación

Este método consiste en preguntar a las mujeres sobre el número de abortos que han tenido en el curso de su vida fecunda o en un determinado periodo de la misma. La mayoría de las veces, también se pretende conocer las características de estas mujeres y las diversas circunstancias en que se realizaron los abortos. Se trata tanto de encuestas puntuales, como de encuestas de seguimiento hechas en determinadas comunidades o contextos. Para tal fin, se aplican cuestionarios con diferentes grados de amplitud y profundidad, dirigidos, por lo general, a muestras de la población nacionales o de tipos de área, como son las urbanas o rurales, o de contextos geográficos y sociales específicos. El subregistro en este tipo de encuestas es variable y está asociado a la percepción, socialización, legitimación y estigmatización del aborto en la sociedad. Factores de este tipo llevan a que, por ejemplo, algunos abortos inducidos sean declarados como “espontáneos” (Erviti, 2004). De acuerdo con algunos autores, el subregistro del aborto inducido varía entre el 25 y el 50% (Llovet, 1998).

Las encuestas son generalmente realizadas a través de entrevistas cara a cara entre los encuestados y los encuestadores. La gran mayoría de las veces se aplican a mujeres, quienes también pueden informar cómo se involucran sus parejas en este evento. En otros casos, aún poco frecuentes, se trata de encuestas o de entrevistas a varones, a quienes se interroga acerca de los abortos relacionados con los embarazos producto de las relaciones sexuales que tuvieron con alguna mujer. Las condiciones en que se llevan a cabo las encuestas son un factor determinante de la calidad de los datos, entre las cuales destaca el lugar de la entrevista y el momento con respecto a la ocurrencia del aborto en que ésta se realiza. También influye la capacidad del encuestador para establecer un clima y una relación de confianza con la persona a ser entrevista, así como muchos otros aspectos al abordar un tema tan delicado. Algunas autores señalan que la tasa de respuesta, en relación con la ocurrencia del aborto inducido, parecer ser superior cuando las mujeres son interrogadas en los servicios de salud (Guillaume, 2004), pero otros sugieren una tasa de repuesta mas baja en los servicios por el temor de las mujeres a ser denunciadas. Otros señalan que las respuestas varían cuando se les compara con las obtenidas fuera de ese ambiente y después de haber sido atendidas en los hospitales (Núñez Fernández, 2001 ; Zamudio et al., 1999). Diferentes maneras de plantear las preguntas han sido igualmente probadas para mejorar la calidad de los datos obtenidos (Anderson et al., 1998; Huntington et al., 1995). El método cara a cara proporciona tasas de repuesta bajas y no garantiza el anonimato, pero permite analizar diversas características, consecuencias y otros aspectos en torno al proceso del aborto (Lara et al., 2001).

Otros métodos más sofisticados han sido utilizados o considerados para indagar sobre temas igualmente sensibles que el del aborto, entre los cuales se encuentran las prácticas sexuales, la violencia hacia las mujeres, sobre todo en países desarrollados, como es el caso de Francia, en que se entrevista por teléfono a éstas. Este último método difícilmente se puede contemplar en los países en desarrollo, ya que la disponibilidad del teléfono se limita a ciertos sectores y áreas geográficas de la población. No obstante, ha sido utilizado en algunos estudios realizados en la región, como es el caso de uno emprendido en Buenos Aires, en 2002, en el cual se entrevistó a 607 mujeres de 15 a 69 años acerca de sus prácticas preventivas en salud reproductiva y postreproductiva. Se optó por hacer las entrevistas por teléfono, debido a la creciente inseguridad que dificultaba el acceso de los encuestadores a los domicilios (López y Findling, 2002; 2003; y 2005).

Asimismo, se han realizado encuestas con “cuestionarios autoadministrados” por las mujeres (Peláez Mendoza, 1999). En Colombia, México y Brasil este método ha sido probado con mujeres que depositan de manera anónima sus cuestionarios (LLovet y Ramos, 1998; Zamudio et al., 1999; Núñez Fernández, 2001; Lara et al., 2004; Olinto, 2004), pero también adolece de limitaciones. Entre éstas, se señala que emplea cuestionarios muy simples y reducidos, con preguntas cerradas y dirigidos a personas con mayor escolarización, y, por tanto, capaces de responder por escrito. Otra forma de utilizar las encuestas autoadministradas es mediante la utilización de un cuestionario computarizado “Audio Computer-Assited Self-Interview”  (ACASI), en el cual las mujeres deben registrar ellas mismas las respuestas. Este método ha sido probado en México (Lara et al., 2001, y 2004; Olinto y Moreira Filho, 2004). Con dicho instrumento se observan limitaciones y problemas similares a los anteriormente descritos. Además, se agregan otras necesidades para su utilización, como son disponer de equipos de computación y de personas familiarizadas con este tipo de herramientas, y contar con electricidad, de la cual se puede carecer en los sitios donde se lleve a cabo la investigación. Pese a requerir de mayores recursos, este tipo de técnicas tampoco garantiza una mayor precisión de los datos que se obtengan (Rossier, 2003).

Adicionalmente, la “técnica de la respuesta aleatoria” ha sido utilizada para intentar medir comportamientos subestimados en las encuestas. Esta técnica consiste en proporcionar a las personas a quienes se entrevista una serie de tarjetas con preguntas y se les pide que respondan “si” o “no” a dos preguntas de la tarjetas seleccionadas: una que trata el tema sensible (del aborto) y otra que aborda un tema no sensible, y en la cual la probabilidad de elegir entre una u otra tarjeta es conocida. Un dispositivo selecciona de manera aleatoria la pregunta que debe ser respondida por el encuestado y, con base en las respuestas, se realizan estimaciones sobre el número de abortos, a partir de las probabilidades que se asignan a ambas preguntas. Las principales limitaciones de esta técnica son: la falta de comprensión por parte de la mujer acerca del procedimiento a seguir y contar con tamaños de muestra más grandes que las de las encuestas de otro tipo. Del mismo modo, sus resultados no siempre pueden relacionarse con las características individuales de las personas entrevistadas, ni con información detallada sobre la práctica del aborto, a menos que se diseñe un instrumento diferente para esos fines (Lara et al., 2005). No obstante, de acuerdo con los estudios realizados, esta técnica parece permitir una declaración mayor de abortos inducidos que cualquier otro método (Lara et al., 2001, y 2004; Rossier, 2003; De Souza y Silva, 1998; Núñez Fernández, 2001).

Como concluyen Lara et al. (2001), en su comparación de la medición del aborto en México utilizando cuatro diferentes técnicas de encuestas, la elección óptima para obtener los mejores resultados consiste en combinar las distintas técnicas de investigación: algunas permiten una mejor medición de la prevalencia del aborto y otras proporcionan una información más amplia sobre las experiencias de las mujeres que recurren a tal práctica.

El método de “reporte anónimo de una tercera persona”

Este método, que se utiliza principalmente por medio de entrevistas cualitativas aplicadas a una población bien definida, consiste en identificar y localizar las redes sociales en las cuales circulan informaciones sobre el aborto. En ellas se aplican entrevistas a una muestra aleatoria de mujeres o de interlocutores clave, para que reporten los casos de aborto que conocen en determinados círculos sociales. Este método parece ser más  adecuado en países donde el aborto es ilegal y, de preferencia, donde existen redes sociales estructuradas. La selección de los informantes es un elemento determinante en la calidad de los datos obtenidos (Rossier, 2003). Esta técnica es recomendable en zonas geográficas de tamaño reducido o en sectores de población restringidos. En algunas encuestas también se incluyen preguntas referidas a la recurrencia del aborto en terceras personas (hermanas, amigas, etcétera). Las investigaciones realizadas con este método presentan problemas cuando se hacen estimaciones del nivel de la práctica del aborto, debido al riesgo de que haya una doble cuantificación de los abortos, lo que conduce a una sobreestimación de los mismos. Esta método parecer haber permitido hacer mediciones aceptables sobre casos de aborto en Burkina Faso (Rossier et al., 2006).

El método de complicaciones

Los datos hospitalarios sirven en los distintos tipos de estimaciones que pueden hacerse mediante este método. Consiste en calcular la incidencia de abortos a partir de la información sobre el número de mujeres hospitalizadas que han sido tratadas por complicaciones derivadas ya sea del aborto espontáneo o del inducido. Los datos así obtenidos deben ser ajustados para corregir el subregistro debido a la no declaración o incorrecta declaración de los casos y para intentar distinguir los abortos espontáneos de los inducidos. En los países donde el aborto es ilegal, los hospitales tienden a sobredeclarar como espontáneos o “no-precisados” los abortos provocados. Para subsanar este problema, la OMS ha propuesto una clasificación que permita distinguir los tipos de abortos: los abortos inducidos, dentro de los cuales se distinguen los provocados con certidumbre de los probables o eventualmente provocados, y los abortos espontáneos. Con esta información se realizan estimaciones aplicando coeficientes para obtener el número de abortos provocados o espontáneos y los datos son ajustados para calcular el número total de abortos en la población general. Los ajustes se hacen de acuerdo con estimaciones de expertos en el campo de la salud y, en los cuales, generalmente, se aplica un coeficiente que varía entre 3 y 7, según los países y la cobertura de los servicios de salud de los mismos. Con ello se estima el número de mujeres que han tenido un aborto y que no necesitaron o no tuvieron acceso a un tratamiento en el hospital (Singh y Deirdre, 1990 ; 1991; y 1994). Una variante del método de complicaciones es la basada en las estadísticas de mortalidad materna, que contabiliza las defunciones derivadas de abortos provocados (Rossier, 2003).

Estos diferentes métodos presentan una serie de limitaciones que tienen consecuencias sobre los indicadores obtenidos. Se cuestiona la confiabilidad de los datos, ya que son pocas las mujeres que declaran sus abortos, y también porque los sistemas de salud no registran todos los casos, en especial cuando las interrupciones del embarazo son ilegales. Al subregistro se agregan los problemas de falta de representatividad de los datos que se obtienen y de la extrapolación de los resultados para el conjunto de la población, cuando las encuestas sólo se refieren a determinados grupos de la misma. También es difícil conocer la población de referencia para calcular los índices a nivel general, por ejemplo, para medir la tasa de mortalidad debida a abortos, en los casos en que sólo se contabilizan las defunciones ocurridas en los hospitales. Los resultados de estos estudios en algunos países conducen a estimaciones bajas de la incidencia del aborto, entre otras razones porque las mujeres que se atienden en hospitales sólo representan un pequeña parte del total de quienes interrumpen un embarazo o por ser las que, con mucha frecuencia, presentan serias complicaciones. Además, estas estimaciones se refieren, por lo general, a mujeres de estratos socioeconómicos bajos, ya que las mujeres con una mejor posición pueden obtener un aborto en condiciones sanitarias adecuadas y, en consecuencia, correr menos riesgo de sufrir complicaciones. Del mismo modo, en muchos casos estas intervenciones no se declaran como abortos. (Strickler, 2001; Llovet, 1998).

Otros métodos de estimación

El método residual que se basa en el modelo de Bongaarts y es  utilizado para estimar el peso de los diferentes determinantes de la fecundidad, como son: la edad a la primera unión, la práctica anticonceptiva, la infertilidad postpartum, la esterilización y el aborto (Johnston y Hill, 1996; Llovet, 1998). Este método permite obtener una estimación de la tasa de abortos. Sin embargo, los parámetros que deberían considerarse no siempre son tomados en cuenta en las encuestas, sobre todo en las demográficas y de salud realizadas en América Latina. También presentan las limitaciones anteriormente señaladas en la captación de datos.

El método de los expertos  que consiste en preguntar en un espacio geográfico dado a un número determinado de expertos locales (médicos, enfermeras, responsables de los programas de salud reproductiva o de planificación familiar, etcétera) acerca del número de mujeres hospitalizadas por complicaciones de aborto, los niveles y tendencias de su práctica, los métodos abortivos utilizados y otros aspectos. La información recogida se puede compilar para elaborar estimaciones. Este es el caso, por ejemplo, de estimaciones realizadas por algunos organismos internacionales (Henshaw et al., 1999; Singh y Ratnam, 1998). En Uruguay, Sanseviero (2003) se basó en diversas fuentes para estimar la incidencia del aborto: certificados de nacido vivo, egresos hospitalarios por complicaciones de aborto y datos de clínicas clandestinas. Además, en su estudio utilizó acercamientos cualitativos para indagar sobre otros aspectos relacionados con la experiencia del aborto, tanto por parte de las mujeres, como de profesionales de la salud y otros agentes sociales.

Las encuestas dirigidas a los “proveedores” de abortos ilegales: son pocas las encuestas que se han realizado al personal que practica abortos en el sistema formal o informal de salud. En algunos países de la región se han hecho encuestas a proveedores de salud que incluyen preguntas relacionadas, en particular, con el aborto para obtener información sobre la situación de las mujeres que recurren a tal recurso y con respecto a algunas de sus características (Abernathy et al., 1994; Pick et al., 1999; López y Findling, 2003).

La diversidad de fuentes y métodos propuestos para analizar y estimar la magnitud de la práctica del aborto ilustra la complejidad de los estudios  sobre el tema, además de las dificultades que implica la obtención de datos confiables. La utilización conjunta de diferentes fuentes de información y de diversos métodos en un mismo país puede contribuir, tanto a la medición de la práctica del aborto, como a tener un panorama más completo de sus características. Finalmente, conviene reiterar que recurrir a todas las fuentes señaladas plantea una cuestión central de carácter ético, sobre todo en los países donde el aborto es ilegal: respetar el anonimato de quienes brinden información sobre el tema.

Encuestas y entrevistas con otros objetivos

También, como se ha mostrado en el capítulo anterior, se han realizado múltiples y diversas encuestas directas dirigidas a distintos sectores de la población, como por ejemplo  los profesionales de la salud, para conocer sus prácticas médicas en el ámbito reproductivo en general y relacionadas con el aborto, en particular (Gogna et al., 2002; García y Becker, 2001; IPAS México, 2002; Nunes y Delph, 1995; Católicas por el Derecho a Decidir, 2004). Además de incluir a profesionales de la salud, las encuestas se han dirigido a otros sectores específicos de la población (estudiantes universitarios, practicantes de una religión, como pueden ser los católicos; líderes y otros actores sociales, y personas en general) para indagar acerca del conocimiento y concordancia de las opiniones de los entrevistados en torno a ciertos aspectos del aborto, entre los cuales destaca la situación legal de esta práctica existente en cada país (Ramos et al., 2001; Faúndes et al., 2004; García et al., 2003; Silva Acuña, 2005; Petracci, 2005; Rodríguez, 2005 ; Ramos, 2005; García, 2005 ; Yam, 2005).

Por último, se encuentran los acercamientos metodológicos cualitativos, basados en entrevistas individuales, semiestructuradas, o a profundidad. También se realizan a través de grupos focales, en los cuales,  por lo general, se entrevista a mujeres y en algunos casos a prestadores de los servicios de salud u otros informantes clave. Se trata de estudios conducidos a pequeñas muestras de mujeres, varones o grupos de personas con ciertas características, y para ello, es necesario establecer relaciones estrechas y de confianza con las personas a quienes se entreviste. La duración de estos estudios, tanto en la captación de la información, como en el análisis de la misma, es relativamente mayor. La información que se obtiene por medio de tales estudios permite conocer con profundidad diversos aspectos sobre experiencias concretas en la práctica del aborto, principalmente los relacionados con las actitudes, valoraciones, percepciones, además de las condiciones de acceso y calidad de los servicios; la influencia de diversos actores, etcétera (Rivas y Amuchástegui, 1996; Ramos y Viladrich, 1994; Cardich y Carrasco, 1993; Sanseviero, 2003; Azize, 2005). Ver otras referencias en los capítulos 4 y 9. Una tarea pendiente y relevante es la sistematización de los resultados encontrados en este tipo de estudios acerca del aborto.

A pesar de la diversidad de metodologías y técnicas desarrolladas, es difícil obtener indicadores básicos y comparables sobre los niveles del aborto: la utilización conjunta de distintos métodos permitiría que se validaran estas estimaciones. Si bien hay una tendencia a considerar mejores los métodos de encuestas en las cuales se registra una mayor incidencia de aborto, esto aún debe tomarse con cautela y  comprobarse.

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