Aborto y anticoncepción

Aborto y anticoncepción

Un tema central en el estudio sobre el aborto es el de su estrecha asociación con la práctica anticonceptiva. Las incertidumbres y dificultades que llegan a tener las mujeres para poder decidir el momento y las condiciones de sus relaciones sexuales explican, en gran medida, el uso insuficiente de métodos anticonceptivos en el control de la fecundidad. Como indican Faúndes y Barzelatto (2005), existen barreras en el acceso a la planificación familiar geográficas, sociales, económicas e institucionales, que son mayores en los sectores de la población más desfavorecidos. Por ello, es un grave error conferir a las mujeres la responsabilidad exclusiva en la anticoncepción. El dominio masculino en las decisiones relacionadas con la salud reproductiva y, especialmente, con la sexualidad obstaculiza el uso de la anticoncepción, sobre todo si el varón se opone a estos métodos. La negociación para emplearlos suele ser difícil, en particular tratándose de las jóvenes. A ello se agregan ciertas reticencias de las mujeres con respecto a la anticoncepción hormonal, o de otros métodos, por el temor de posibles efectos secundarios. Estos factores explican, en gran medida, la decisión de recurrir al aborto.

Como señalan muy acertadamente Marston y Cleland (2003) “la relación entre los niveles de uso de anticonceptivos y el aborto inducido continúa propiciando un candente debate. Algunos observadores sostienen que el uso de aborto disminuye a medida que aumenta la prevalencia del uso de anticonceptivos, en tanto que otros afirman que un mayor uso de métodos de planificación familiar contribuye a un aumento en la incidencia del aborto”.

Con la difusión del conocimiento y uso de métodos anticonceptivos, surgió otra posibilidad, además del aborto, para evitar o retrasar no sólo el nacimiento de un hijo, sino para evitar un embarazo no deseado o no previsto. Esto  ha llevado a suponer que la generalización del uso de anticonceptivos representa una alternativa para eliminar la práctica del aborto (Marston y Cleland, 2003). De hecho, hay autores que afirman que la tasa de aborto es, en primer lugar, un reflejo de la disponibilidad y calidad de los servicios de planificación familiar y educación sexual en un país (Ketting, 1993). Del mismo modo, recuerdan, la variación en las tasas de aborto puede ser estimada por la prevalencia de anticonceptivos y su efectividad en el uso, las preferencias sobre la fecundidad imperantes, las leyes y las políticas relativas al aborto, además de la anticoncepción y el nexo entre ésta y el aborto. El uso de anticonceptivos es el factor clave. Por ejemplo, cuando éstos no se encuentran disponibles, especialmente para las adolescentes, las tasas de aborto son altas y tienden a aumentar (Kulczycki, 1996).

No hay duda de que el aborto es el método más antiguo que existe para regular y controlar la fecundidad, que se ha practicado en todos los lugares y sociedades, y en los distintos grupos socioeconómicos (Pommier, 1991; Marston y Cleland, 2003). Pero también el recurso al aborto continuará siendo una alternativa, como lo es hoy en día, aun en Estados Unidos, Francia y otros países donde la práctica anticonceptiva es elevada y altamente eficaz. Como señala el Instituto Alan Guttmacher (p.29): « Aunque una planificación familiar mejorada y más amplia puede traducirse en la reducción de los embarazos no deseados [...] no desaparecerían nunca del todo las fallas en el uso de los métodos anticonceptivos; y los embarazos indeseados seguirán ocurriendo” (Alan Guttmacher Institute, 1994).

De la misma manera, hay otros autores que señalan que desde que se empezaron a conocer algunas prácticas y métodos anticonceptivos, se recurre tanto al aborto como a la anticoncepción para evitar embarazos y controlar el tamaño de la descendencia (David y Pick de Weiss, 1992).

Por su parte, Faúndes y Barzelatto (2005) afirman que la elevada demanda insatisfecha de anticonceptivos, concepto definido como la proporción de mujeres que tienen relaciones sexuales y no quieren embarazarse en un momento preciso o nunca más, pero que no utilizan ningún método anticonceptivo, constituye uno de los principales factores que determinan el aborto inseguro. Agregan que entre los elementos que contribuyen a un menor empleo de anticonceptivos se encuentran la falta de conocimiento sobre éstos y los efectos negativos o secundarios, atribuidos frecuentemente de manera incorrecta a ciertos métodos modernos que llevan a las mujeres a no utilizarlos, junto con su falta de disponibilidad. Las barreras económicas, culturales, físicas (e institucionales) para acceder a los anticonceptivos también desalientan su uso e influyen para que, en consecuencia, haya embarazos imprevistos y abortos.

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