El debate en torno al aborto: posturas, opiniones, percepciones y argumentos

El debate en torno al aborto: posturas, opiniones, percepciones y argumentos

"... nunca es sencillo debatir en torno al aborto, porque significa tocar los límites de cuándo empieza y termina la vida, cuál es el sentido de la experiencia humana y, sobre todo, qué tanto deben compartir las mujeres con los demás los procesos que se gestan en sus cuerpos" (p. 13) (Ortiz Ortega, 2001).

De la descripción de los marcos legales vigentes en la región latinoamericana y del Caribe en materia de aborto, podemos concluir que se trata de uno de los ámbitos políticos determinantes de la situación en que se da la práctica del mismo. Sus implicaciones no sólo son evidentes en el subregistro y subestimación de la magnitud de su ocurrencia, en su carácter discriminatorio y que contribuye a exacerbar las condiciones de vulnerabilidad y desigualdad social ya existentes, en el acceso y calidad de los servicios de salud disponibles y en sus consecuencias para la salud y bienestar general de las mujeres y de sus familias, sino que también rigen el escenario social, cultural, ideológico y político que prevalece en las distintas sociedades de la región, y que se expresa en gran medida a través del debate público en torno a este evento.

Los abundantes materiales sobre el tema reconocen que se trata de un complejo "problema" que ha dado lugar a un intenso y continuo debate que emerge desde diferentes fuerzas y actores sociales. Sus posiciones son generalmente antagónicas y polarizadas, pero también con al menos un principio coincidente y en ocasiones no suficientemente explicitado, que reside en el hecho de que ninguna de las posiciones está a favor del aborto per se. Abordar el tema del debate bajo este calificativo, o sea en tanto "problema", requiere, como diversos autores han señalado muy acertadamente, plantear diversas interrogantes: ¿Para quién o para quiénes el aborto inducido es un problema? ¿Cuál es el problema y de qué tipo? ¿A quiénes compete decidir si la práctica del aborto es o no un problema? ¿A quién o quiénes atañe la decisión de recurrir o no al aborto? ¿Cuáles son o deben ser los límites de la intromisión de la esfera pública y política, en particular del Estado, en la esfera privada e íntima de las personas? ¿Quiénes son los actores sociales que ejercen mayor influencia para legitimar o no dicha interferencia? ¿Cuáles son sus principales argumentos y posiciones? y, ¿Cuáles son las relaciones entre estos actores y cómo se articulan entre sí (Castañeda Salgado, 2003; Kulczycki, 2003; Lamas 2003; Llovet et Ramos, 2001)? Como advierten Oliveira y Rocha (2001), abordar estas interrogantes implica necesariamente incursionar en el ámbito de lo público y lo privado en sociedades profundamente marcadas por la ancestral influencia y relaciones de poder de la Iglesia Católica, que se desenvuelven en un escenario contemporáneo caracterizado por un creciente proceso de democratización y una progresiva participación de la sociedad civil organizada en la vida pública. Escenario que, a su vez, exige el ejercicio y respeto de los derechos humanos en general, y en particular de los derechos sexuales y reproductivos, la libre decisión de los individuos sobre su vida íntima, y por tanto en su ámbito reproductivo, así como una mayor equidad e igualdad en las relaciones entre los géneros. La necesidad de redefinir estos ámbitos para el estudio del aborto es palpable, pues en éste, como evento que atañe directamente a la salud reproductiva de las mujeres, confluyen los puntos donde estos espacios se entrecruzan (Oliveira y Rocha, 2001; Shepard, 2000).

La gran paradoja en el debate sobre el aborto inducido es que siendo un asunto “exclusivamente” de las mujeres, que atañe directamente a sus cuerpos y a sus derechos -son ellas las que sufren las secuelas y asumen los costos emocionales, físicos, sociales, económicos y jurídicos de un hijo no planeado y de la práctica del aborto, son ellas también las que asumen los riesgos para su salud y su vida- no se piensa en ellas. A las mujeres no se les toma en cuenta cuando se implementan acciones para “solucionar” su problema, sino que se acude principalmente al mundo de los valores morales y los juicios, que redundan en soluciones inadecuadas y parciales (Castañeda Salgado, 2003; Kulczycki, 2003).

En este capítulo revisamos la literatura que da cuenta del debate en torno al aborto en la región –principalmente por los grupos progresistas y feministas-, y recogemos las principales posturas, opiniones, percepciones y argumentos que se han esgrimido a lo largo de la última década y media. Esta sección se antecede por una sucinta descripción de los principales actores o participantes del debate. Vale mencionar que este debate surge con menor o mayor fuerza al calor de eventos particulares en los distintos países de América Latina y El Caribe. Algunos ejemplos son la presentación de la demanda ante la Corte Constitucional de Colombia contra su ley de aborto en el 2005, el caso de la menor Rosa, en Nicaragua, en el 2003, el caso de otra menor, Paulina, en México, en 1998, o la presentación del Proyecto de Ley de Defensa de la Salud Reproductiva en Uruguay, en 2003.

Entendemos por debate un intercambio de ideas o planteamientos, destinado a demostrar la superioridad o veracidad de un argumento sobre otro en aras de alcanzar acuerdos. En este sentido es relevante notar que los argumentos de la jerarquía de la Iglesia, por provenir de principios dogmáticos, no suelen ser precisamente razonados. No obstante, en vista de que es esta la ideología que enfrenta tradicionalmente a los argumentos a favor del aborto seguro, los hemos incluido como una de las voces del debate en la región. Las argumentaciones que se sostienen desde los círculos conservadores –expresados por cualquier tipo de actores, desde las organizaciones de la sociedad civil, representantes del sector público tales como funcionarios, congresistas o sector jurídico, personal de salud, etc.- suelen tener como sustento los principios o valores incuestionados, base de las posturas de la Iglesia Católica oficial. Esta postura sostiene ante todo, de manera simplista, la equiparación del producto de la concepción con una persona desde el momento mismo de la fecundación del óvulo, posición que pretende imponer. Así, las diversas posturas, opiniones, percepciones y argumentaciones que recoge la literatura, o bien tienen sustento en la posición conservadora sucintamente expuesta, y a la que dedicamos sólo una mirada a partir de los planteamientos de la jerarquía de la Iglesia tal y como se consigna en materiales de grupos o autores progresistas, o se trata de los diversos argumentos y posturas a favor de lograr que las interrupciones del embarazo sean seguras para las mujeres que se someten a ellas, y a las que este capítulo dedica la mayor parte.

La inclusión de la literatura sobre encuestas de opinión, ya sea entre personal médico o entre sectores de la población de los diversos países, refleja las percepciones y actitudes que estos sectores tienen del aborto inducido, así como de determinadas condiciones bajo las cuales se considera permisible efectuarlo. También reflejan el conocimiento que dichos sectores tienen del status legal aborto y la representación imaginaria del mismo. Se incluyen tanto porque traducen, en cierto sentido, cómo ha cambiado la opinión pública en el tema y, por tanto, su posible efecto sobre las consecuencias de los debates, como porque sus resultados se pueden esgrimir en los planteamientos a favor de aumentar las condiciones para que las mujeres tengan acceso a abortos sin riesgos.

Cierran el capítulo dos discusiones: cuáles han sido las consecuencias de los debates para los ámbitos legislativo y de servicios de aborto legal, ahí donde los hay, y un apartado, a manera de conclusión. En éste se da cuenta de las transformaciones que ha habido en los términos de los argumentos a favor del aborto seguro. También se consignan algunas recomendaciones y posibles rutas a seguir tomadas de la literatura.

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